Victor Hugo Cabrera

Víctor Hugo afirma que es en esencia un actor de reparto y de comedia. Además del recordado integrante de la familia Tuta, Cabrera han interpretado a divertidos personajes en El Fiscal, Me llaman Lolita, La Baby Sister, Lorena, entre otras telenovelas, así como un papel en el montaje teatral Playland junto a Nicolás Montero.

Su vida la ha vivido en medio del espectáculo y la actuación. Su madre, actriz de radioteatro, lo llevaba de niño a sus grabaciones y, a los 7 años, interpretó su primer papel en este formato. Sin embargo, afirma que su vida ha cambiado desde que interpreta este papel protagónico. Por los negocios de Rafael Méndez tuvo que dejar de lado los propios y el poco tiempo libre que le dejan las grabaciones lo dedica a sus pequeños hijos, Jacobo y David, de cinco y dos años respectivamente.

Aunque estudió para un examen y le hicieron otro (estaba ensayando rancheras para participar en La hija del mariachi), está feliz con el personaje que interpreta en Hasta que la plata nos separe. Es un gran hombre, al que le pasa de todo. Es pretencioso, pero con un gran corazón".
No tiene la silueta de Fernando Colunga, ni mucho menos la sensualidad agreste de Mario Cimarro, él es un tipo tan común y corriente como encantador.
La telenovela colombiana ha roto con el paradigma del galán bello y pusilánime que se estila en todos los melodramas clásicos y que por regla general son ensombrecidos por llamativos personajes de reparto, pero en “Hasta que la plata nos separe” no hay pie a que esta situación se viva, pues aunque la heroína ha sido delineada para avasallar en escena, se debe batir con un antigalán audaz a su manera y una villana que se guerrea el show con mucha altura en la piel de la actriz Liliana González (La Pajarita).
A cada actor le llega su cuarto de hora y este es el de Víctor Hugo Cabrera, quien hace suspirar hoy a las mujeres, que ven en él y en especial en Rafael Méndez al hombre perfecto, al príncipe azul de sus sueños, a quien entregarían sus corazones sin vacilar, porque su encanto viene de adentro, de su alma y no está reforzado en las superficialidades exteriores que avala y pregona la actual sociedad.