Fuente: Tv y Novelas 2001
Desde antes del nacimiento de la pequeña, Ernesto Benjumea y su esposa Katherine Vélez habían decidido que su hija se llamaría Antonia, pues les parecía un nombre con carácter y poco común. Pese a esto, resolvieron que aguardarían hasta verle la cara a la bebé para estar aún más seguros, y cuando la vieron el 26 de diciembre en la Clínica del Country, donde le practicaron la cesárea a Katherine, no tuvieron dudas. Según ellos, la bebita tenía cara de Antonia, una conclusión poco usual, pero definitiva.
Antonia llegó al mundo a las 9:51 p.m., pesó 3.200 gramos y midió 53 centímetros. La cesárea debieron practicársela a Katherine porque aunque llegó a la clínica con nueve centímetros de dilatación, al final el ritmo cardiaco de la pequeña bajó porque se le enredó el cordón umbilical. Así que el médico no lo pensó dos veces y operó. Una decisión que la nueva madre agradece, pues solo deseaba que su pequeña naciera sin complicaciones, y así fue.
La familia esperaba su llegada el 28 de diciembre. El 26, después de una cita de control médico y de intercambiar algunos regalos de Navidad, Katherine empezó a sentir contracciones. Ernesto, con reloj en mano, concluyó que era tiempo de llevarla a la clínica. A esa hora, la pico, él manejaba rápido y cada vez que cogía un hueco, ella quería morirse, pero no gritó ni se desesperó para no asustar a su esposo. «Hubo un momento en que creí que nacería en el carro, pero logramos llegar a la clínica y en un par de horas nació. Ernesto estuvo todo el tiempo conmigo en el trabajo de parto, pero como fue cesárea, se perdió el nacimiento. Le vi la espalda cuando nació, pero me angustié porque no la escuché llorar; me pareció eterno el tiempo hasta que lloró. Cuando lo hizo, me tranquilizó. Luego nos pasaron a la niña y ahí lloramos de emoción, es un sentimiento indescriptible», cuenta Katherine, para quien no resultó tan difícil el nacimiento como muchas madres se lo habían anunciado.
Para la actriz, nada en la crianza ha resultado complicado. Al contrario, descubrió que es más sencillo de lo que se imaginó. Ernesto, por su parte, ya tuvo su experiencia como padre, pues tiene un hijo llamado Mateo.
Desde antes del nacimiento de la pequeña, Ernesto Benjumea y su esposa Katherine Vélez habían decidido que su hija se llamaría Antonia, pues les parecía un nombre con carácter y poco común. Pese a esto, resolvieron que aguardarían hasta verle la cara a la bebé para estar aún más seguros, y cuando la vieron el 26 de diciembre en la Clínica del Country, donde le practicaron la cesárea a Katherine, no tuvieron dudas. Según ellos, la bebita tenía cara de Antonia, una conclusión poco usual, pero definitiva.
Antonia llegó al mundo a las 9:51 p.m., pesó 3.200 gramos y midió 53 centímetros. La cesárea debieron practicársela a Katherine porque aunque llegó a la clínica con nueve centímetros de dilatación, al final el ritmo cardiaco de la pequeña bajó porque se le enredó el cordón umbilical. Así que el médico no lo pensó dos veces y operó. Una decisión que la nueva madre agradece, pues solo deseaba que su pequeña naciera sin complicaciones, y así fue.
La familia esperaba su llegada el 28 de diciembre. El 26, después de una cita de control médico y de intercambiar algunos regalos de Navidad, Katherine empezó a sentir contracciones. Ernesto, con reloj en mano, concluyó que era tiempo de llevarla a la clínica. A esa hora, la pico, él manejaba rápido y cada vez que cogía un hueco, ella quería morirse, pero no gritó ni se desesperó para no asustar a su esposo. «Hubo un momento en que creí que nacería en el carro, pero logramos llegar a la clínica y en un par de horas nació. Ernesto estuvo todo el tiempo conmigo en el trabajo de parto, pero como fue cesárea, se perdió el nacimiento. Le vi la espalda cuando nació, pero me angustié porque no la escuché llorar; me pareció eterno el tiempo hasta que lloró. Cuando lo hizo, me tranquilizó. Luego nos pasaron a la niña y ahí lloramos de emoción, es un sentimiento indescriptible», cuenta Katherine, para quien no resultó tan difícil el nacimiento como muchas madres se lo habían anunciado.
Para la actriz, nada en la crianza ha resultado complicado. Al contrario, descubrió que es más sencillo de lo que se imaginó. Ernesto, por su parte, ya tuvo su experiencia como padre, pues tiene un hijo llamado Mateo.
1 comentario:
que katherine se separe de ese mamarracho, que yo me voy a vivir con esa mamacita. es mi amor platonico desde cartas de amor.
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